Bogotá junio 28 de 2011

Hola amigos ya estamos de nuevo en Bogotá, listos para reiniciar la rutina diaria en nuestros, trabajos y ocupaciones, luego de haber disfrutado de otro maravilloso recorrido en bicicleta, tratando de alcanzar la cima de nuevas montañas de Colombia con el deseo de estar más cerca del cielo.
Los adoloridos músculos de las piernas nos recuerdan esta mañana en cada paso que la jornada en bici fue dura, con seguridad ese dolorcito se desvanecerá mañana o tal vez pasado, pero lo que no se desvanecerá nunca es el grato recuerdo que ha quedado como una impronta en nuestras mentes y que estará allí por siempre para evocarlo; será muy grato revivir esa imágenes en las aparecerán los sonrientes rostros de amigos con los que compartimos momentos de felicidad.

El duro invierno que azotó a nuestra Colombia nos había impedido salir a disfrutar de la naturaleza. Teníamos en la mira volver a tierras boyacenses, por eso tuvimos la paciencia del santo Job y aguardamos con calma la oportunidad que finalmente llegó en este puente festivo.
Lamentablemente la fecha coincidió con las vacaciones de algunos miembros activos del grupo que hubieran querido acompañarnos, Alejandro Rodríguez, Alfredo Gálvis, Luis Eduardo Pulgarín, y Nobile. Igualmente ocupaciones y problemas de última hora le impidieron asistir a otro buen grupo de miembros de CicloBR a este primer ciclopaseo del año, pero no se preocupen que ya habrá oportunidad de compartir otra aventura por tierras colombianas, pues nos faltan dos ciclopaseos para programar en el segundo semestre.

Iniciaremos la crónica agradeciendo a las personas que hicieron posible esta travesía ciclística por Boyacá: en primer término a Orlando Molano, a Jacinto Cuta y a sus señoras, por acogernos y brindarnos tantas atenciones de manera desinteresada y generosa; por segundo año decidieron atendernos con sendos almuerzos. Quedamos en deuda con estas familias, esperamos pronto pagarles con una atención que bien merecen por parte de los integrantes de CicloBR.

Un especial agradecimiento a Armando Torres por su colaboración en el diseño de rutas y logística y por supuesto a Manuel Molano, a su esposa y a Ricardo Rodríguez e hijo quienes condujeron los vehículos acompañantes y fungieron como jueces, fotógrafos mecánicos y guías. A Jorgito Peña quien colaboró como asistente de Ricardo en carretera, pues una fuerte gripa le impidió acompañarnos en bicicleta como era su intención. Gracias a todos los que nos enviaron fotos para publicar en esta web y en Facebook.

Finalmente agradecemos la asistencia de los integrantes de las familias Dimián, Gutiérrez, Reina y Márquez.

La historia, primera parte

La historia comenzó en Iza el viernes 24 de junio en el hotel Complejo Vacacional Comamos Trucha en donde Carolina y Fernando nos recibieron y hospedaron. Allí llegamos 20 ciclistas y 14 familiares. Luego de la cena y de dejar lista la bici para el trabajito que le esperaba, nos reunimos para degustar una selección de vinos que se le había encargado a William Trejos nuestro enólogo de cabecera.

En ese cálido ambiente definimos que la primera etapa Iza-El Crucero se haría por equipos; para el efecto se conformaron tres escuadras que quedaron a cargo de Eduardo Bedoya, Andrés Forero y Alberto Pineda; democráticamente se asignaron los integrantes de cada equipo. Como lo mencionamos, lamentablemente nuestro ciclista decano llegó a Iza con gripa y optó por declinar su participación, prefirió unirse al grupo de logística. A cada equipo se le asignó un uniforme diferente.

Cumplido el congresillo técnico, iniciamos una tertulia al calor de los vinillos. Además del consabido tema de ciclismo esta vez salió a colación el de los fantasmas y espíritus que rondan en las antiguas casonas de la población de Iza.

El tema surgió por la experiencia personal que tuvo uno de nuestros ciclistas el año pasado en el hotel la Posada del Virrey en el ciclopaseo que hicimos por estas latitudes. Alfredito Santacruz, narró una experiencia vivida con su familia en otro antiguo hotel de Iza en donde un fantasma hizo levitar a su hijo. Con estas y otras historias nos fuimos a dormir con la esperanza de que los vinitos nos pusieran a soñar rápidamente pues nadie tenía ganas de tener un encuentro con fantasmas ni espíritus en pena.


Sábado 25 de junio de 2011

Tempranito en la mañana fueron levantándose los competidores, un delicioso tinto y exhibición de piyamas y a prepararnos para la salida. Cerca de las 9 de la mañana, luego de la infaltable sesión de fotografía 19 ciclistas divididos en tres escuadras partimos de Iza con mucha expectativa y con el objetivo de coronar el alto denominado El Crucero ubicado a 30 kilómetros de Iza, a una altura de 3355 metros sobre el nivel del mar.

Quienes no conocían el recorrido anhelaban que los espíritus de los grandes escaladores boyacenses los ayudaran en la subida que nos esperaba. Se había pactado que la competencia se iniciaría al comenzar la subida, por lo cual partimos en grupo. La mañana estaba bastante fría y por momentos caía un rocío que hacía temer lluvia, pero afortunadamente en la medida en que nos acercábamos a Sogamoso el clima mejoraba.

A la salida Anita reportó que andaba toda pinchada, inmediatamente le cambiaron tubular y reinició el camino, pero pocos kilómetros más adelante la misma rueda decidió expulsar todo el aire que le habían colocado; el lote paró y los expertos dictaminaron que el problema era de coraza, por lo cual tuvo que subirse al carro de Manuel Molano y dirigirse a Sogamoso a comprar una nueva. Entretanto, el grupo había recorrido los 15 kilómetros que separan a Iza de Sogamoso e iniciaba la subida al puerto montañoso El Crucero.

Armando Torres, prácticamente nativo de la región, quien conoce el recorrido como la palma de su mano estaba dispuesto a lucirse en su tierra y prendió la leña llevándose a su rueda a los capitanes de los tres equipos y al grupo de favoritos para ganar la etapa. Alberto Rivera decidió unirse a esta élite con la esperanza de que el paso que pusieran fuera decente, vaya optimismo, como si no los conociera.

Anita, gracias a la ayuda de Manuel Molano logró conseguir una nueva coraza en Sogamoso y se integró a la competencia, aproximadamente en el kilómetro cuatro.

La subida al Crucero tiene tres tramos con diferentes pendientes, una primera parte de aproximadamente 9 kilómetros de ascenso con curvas exigentes, hasta llegar al peaje luego vienen cuatro kmts de ascenso duro, que concluyen con un par de kilómetros en donde el terreno se suaviza y trata de nivelarse.

Antes del peaje el grupo de los favoritos: Pineda, Bedoya, Andrés y Cuta, ya había abierto una buena brecha a sus perseguidores imposible de salvar, nada que hacer, de allí tenía que salir el vencedor. Más atrás Armando, seguía luchando dispuesto a hacer valer los colores de su patria chica y comandaba otra fila en la que se integraron, Molano, Melquisedec, Santacruz, Chucho, Rivera, Dimián y Márquez. Los seguían Anita, William, Esther, Anilsa Hugo y Marcolino. Miguelito Granados, había decidido por precaución tomársela de suavidad y subía escoltando a Anilsa, pero al pasar el peaje se aburrió y decidió pisar el acelerador y comenzó su cacería.

En el grupo delantero Andrés Forero demostraba que subiendo anda muy bien, coronó primero en el alto seguido de Alberto Pineda, Jacinto Cuta y Bedoya. Mientras los duros celebraban, un poco más atrás seguía la batalla en la categoría B. Molano comandaba el lotecito y la fila de perseguidores había tenido cambios, Armando se sostenía, le llegó Miguel Granados quien lo animó, Alfredo Santacruz, Jesús Reyes y Melquisedec trataban de conectarlo. En ese orden cruzaron la línea de meta, con embalaje entre los tres últimos. Unos metros abajo se libraba otra batalla Márquez que había trabajado duro, superó a Alberto Rivera quien pagaba el esfuerzo inicial, le llegó a Chucho pero este apretó, tampoco pudo desprender de su rueda a Dimián que durante todo el camino aprovechó esa sombrita y en el último kilómetro se despidió y le ganó el puesto.

William Trejos pasó la meta con Anita superando sorpresivamente a Esther, a Hugo Gutiérrez y a Anilsa quienes le precedieron. Marcolino llegó cerrando el lote de valientes que coronaron el alto El Crucero. Un corto descanso y bajamos un kilómetro hacia la población de Aquitania, para observar la majestuosidad de la laguna de Tota; allí es típico el olor a cebolla dado que es el producto de subsistencia de los campesinos en esa zona de Boyacá.

El regreso a Iza en pequeños grupos. Luego de treinta duros kilómetros, un bañito, una siesta reparadora y listos para degustar el plato típico de la región, la trucha.

Se presentó la clasificación de la etapa, ganaba el equipo Negro Rojo, pero de inmediato una comisión accidental de funcionarios de la DIAN (Santacruz y Forero) solicitó la planilla y los soportes y se dio a la tarea de compararlos con los registros de su cámara fotográfica, con calculadora en mano. Al final estos auditores determinaron que había un error de suma y a su juicio el equipo ganador era el Naranja Negro, relegando así a los Negro- Rojo a un segundo puesto. Los del equipo 22 años vieron cómo su abogado Rivera optó por no apelar la decisión pues una cosa es litigar contra CicloBR y otra enfrentar a quien puede revisar posteriormente sus cuenticas y deducciones de su bufete. Deje así...

Ver otras foticos de la primera parte de la historia>> (Si no puede acceder a este link, debe bajar el plugin de adobe 10.3 aquí)

La historia continua, click acá para seguir>>