Bogotá octubre18 de 2020
De Tibitó al Neusa y hoy al Sisga
Un verdadero privilegio el que hemos tenido en esta época de pandemia, poder visitar las rutas que conducen a los tres principales embalses o cuerpos de agua, ubicados en territorios ancestrales de los fieros guerreros Muiscas que poblaron la Sabana de Bogotá y que la defendieron de sus enemigos los Panches o Tolimas, quienes habitaban desde la hoya de los ríos Gualí y Coello hasta Fusagasugá, vecinos de los Pijaos y Natagaimas, todos ellos un tanto belicosos según cuentan mis colegas los cronistas de Indias, aunque no nos consta a decir por sus descendientes Laura, Henry Ricardo, gente por demás pacífica.
Primero, el 4 de octubre recorrimos la ruta Sesquilé- Guatavita bordeando el embalse de Tibitó, el domingo 11 ascendimos hasta el embalse del Neusa por Cogua y Las Margaritas y hoy subimos al Alto del Sisga cerca al embalse del mismo nombre. Desde hace varios años nos quedó pendiente la tarea de visitar nuevamente el embalse de San Rafael, cerrado por decisión del exalcalde Peñalosa y al sur el embalse del Muña en la ruta hacia Sibaté y la Aguadita y el de La regadera para ir al Salto del Tequendama, estos últimos lamentablemente son rutas complicadas por la congestión vehicular y el tiempo que toma en llegar allí.

El amanecer de hoy nos regaló en Bogotá un sol que emergía de las montañas del oriente de la ciudad, esplendoroso pero imposible de mirar por su luz enceguecedora. Así lo vimos quienes a las 6 y 15 de la mañana, ya íbamos camino al punto de encuentro en la Caro.

El Poco tráfico por la autopista norte me permitió llegar muy temprano a la cita pactada a las 7:00 am, tanto que por primera vez le gané a Héctor, quien siempre es el primero que arriba. Por momentos pensamos que solo seríamos dos, pero luego la situación se compuso, llegaron Nobile y Pulga, Víctor y Orlando Molano, Alberto Rivera y su hijo Mateo, una sorpresa pues no sabíamos que montaba en bici. Pablito completó el combo de nueve, qué bueno volverlo a ver, luego de tantos meses.
Cuando nos disponíamos a tomar la foto de la portada, que tanto fascina al Chinazo, llegó Fabio y su combo, Mónica, más conocida como “Rosa Tulia”, Alfredo y un amigo; ellos iban camino a Patios, así que nos acompañaron hasta el cruce para Sopó. Alegría volver a ver a estos amigos.
Para anticiparnos a la pregunta de Carlitos y/o de otros curiosos colegas de CicloBR, aclaramos que la señora que aparece en la foto, entre Alfredo y Fabio no monta en bicicleta, no es italiana, ni amiga de ellos, simplemente pasaba por ahí y la captó la cámara de CicloBR. Rosa Tulia se bajó un poco su tapabocas mientras posaba para la foto, pero nos consta que llegó Biosegura,como debe ser.
Atrás fueron quedando las poblaciones de Briceño, Tocancipá, Ganchancipá y Sesquilé con el accionar de los pedales de la novena de CicloBR, muchas veces fue superada por grupos grandes de pedalistas que pasaban a gran velocidad, aprovechando la amplia y excelente vía. Llegando a Gachancipá uno de esos grupos había sufrido un accidente, seguramente por la imprudencia.
En el camino al Sisga algunos de nuestros pedalistas se pegaron a la rueda de un grupo con uniforme de Arkea que marchaba a paso moderado, pero no me pareció una buena idea, dado que iban ocupando un carril completo con algo de desorden, algo que debemos evitar y con mayor razón en estos tiempos de pandemia, donde nuestro grupo debe actuar como una burbuja y evitar la estela de otros, manteniendo la distancia mínima de 10 metros; afortunadamente luego del peaje del Roble se fueron adelante.
Finalmente llegó la hora del postre, luego de casi 35 kmts, allí estaba la pata del Alto del Sisga, y los 5,6 kmts de ascenso para deleitar a los escaladores y hacernos sufrir a los menos expertos. Aunque es un sufrimiento de esos masoquistas, que termina siendo placentero. Los Molanos fueron los primeros en coronar el Alto, seguidos de los Rivera y Pulga a quien no vi hasta la cima, luego Héctor y Pablito con Noble.
Alberto invitó bananos en la cumbre. Iniciamos el descenso en busca de la panadería famosa Aquí Paran Por Pan, pero lamentablemente fue otro de los negocios que no sobrevivió a la crisis económica del Covid. En el local abrieron una cafetería administrada por una pareja de venezolanos, allí paramos por una aguade panela que mitigaría el frio de la montaña.
Justo cuando paramos acababa de pasar Mateo Rivera cual bólido en la bajada y detrás su padre que lo perseguía, parece que Alberto no solo se perdió el agua de panela, sino que tampoco logró alcanzar a Mateo, como dicen hijo de tigre sale pintado.
Nobile y Víctor se adelantaron con Pulga, en busca de los Rivera, mientras que el resto paramos para “ayudar” a Héctor que necesitaba un ajuste mecánico en su bici. Pasando Briceño reconformamos el Grupo con Nobile, Molanito, Pulga, Héctor y Pablito, Mateo nunca paró, adelante iban Alberto y Víctor.
Los Silos de Almaviva el objetivo que se divisa dos kmts antes, nos señalaron el fial de la etapa. Tres horas y 50 minutos para 82 kmts de recorrido. Once de la mañana y la tarea ya se había cumplido.
El remate de la corrida fue en el asadero do José, con una tertulia, refrescos por cortesía de Alberto que hoy estaba decidido a gastar parte de su mesada pensional con los amigos. Muchas gracias.
Nos veremos en la próxima si todo sigue bien como aspiramos, para poder volver a hacer una de las Clásicas, ¿qué tal La Cuchilla de Guasca con adición en la vía a Sueva?. Esta época es la buena para visitar el páramo.
Ahí les dejo la inquietud.
Feliz semana. |