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Bogotá octubre 14 de 2018

VUELTA A BOYACÁ, SEGUNDA ETAPA

Chiquinquirá el segundo objetivo

Suena el despertador del celular, cinco de la mañana, lo apagamos, mientras el cerebro procesa pasan unos segundos hasta entender que hoy es domingo, estamos en Tunja en el Hotel Tunja Real, tenemos que levantarnos para cumplir con la segunda etapa de en la Vuelta a Boyacá, debemos  llegar a la ciudad de Chiquinquirá. Al sentarnos en el borde de la cama para estirar un poco el dolor en los músculos de las piernas, cintura y espalda nos traen a la memoria imágenes de la jornada de ayer, el recorrido Chía – Tunja, pero a la vez recordamos con satisfacción el haber logrado el primer objetivo que como dijimos parecía inalcanzable.

En el comedor durante el desayuno la inquietud generalizada es ¿qué tan dura es esta etapa de hoy? Por supuesto que la respuesta depende de a quien se le pregunte. Los más expertos pedalistas del grupo dirán que es casi todo bajando y solo tiene una subida después de Tinjacá que no es tan dura, mejor dicho “repechitos”; si a mí me preguntaran les diría que la subida después de Tinjacá es un alto de segunda o casi de primera categoría, lo recordaba de algunos años.

Una miradita a la carretera y al cielo y surge la preocupación, caen goticas de lluvia. ¿Será que se nos frustrará la salida?

Pulga vino preparado con la maleta de la tienda CicloBR, logra vender una camiseta Rojo Verde a Fernando Flores, el queda encantado, con menos billetes pero la tienda ya salvó el día.

Víctor amaneció adolorido, su rodilla definitivamente no quiere que siga y decide resignarse y regresar a Bogotá, se despide de algunos pocos, ha dejado su bicicleta en la camioneta para que se la regresen a Chía, disimuladamente toma su maleta y cruza la acera para hacerle el pare a una flota que lo lleve a Bogotá. Una cámara, una cámara dice alguien y con tanto fotógrafo logran poncharlo, aún lleva el uniforme de ciclismo, pues hasta última hora lo pensó, se nota abatido y con bronca, tantos meses entrenando para este evento y en un segundo todo se acaba.

Ánimo Víctor nos queda la salida de Final de año, seguro que su rodilla estará uno A para que se desquite y nos de en la cabeza subiendo.

Ahora si todos preparados para la salida, el sol finalmente apareció, caramañolas cargadas con agua o Gatorade, ruedas infladas, bocadillitos y galletas en el bolsillo y una barra energética para cada uno que nos donó CicloBR. Ahora a posar para las reporteras gráficas, Sandrita y Paulina. Marcolino y Molanito irán adelante, nos guiarán para encontrar la salida hacia Chiquinquirá por los vericuetos de Tunja. Partimos, la adrenalina en la salida apacigua el cansancio, la vía que sugirió Marcolino es la misma que lo llevó la noche anterior al Santuario de Nuestra Señora del Topo, pero preciso hoy es Ciclo vía y los carros acompañantes deben buscar otra ruta y luego encontrarnos a la salida de Tunja. Las calles son empinadas y angostas, nos toca manejar relaciones suaves, parar en los semáforos y mucha concentración en los cruces con el tráfico. Finalmente, luego de “culebrear” por la ciudad tomamos la salida, una especie de circunvalar, a la derecha vemos en panorámica la ciudad que en minutos vamos dejando atrás luego de esta corta visita.


Casi en la última curva antes de tomar carretera Nobile reporta un pinchazo, debe acudir al carro acompañante, adelante van Ana, William y Marcolino, el grupo para para la asistencia técnica. “Nobile me indica: si quiere siga, me quedé pensando unos segundos y decidí aprovechar para avanzar pues sé que viene una larga bajada en la cual seguramente me alcanzarán.


Esta salida es la vía a Cucaita, la tierra del campeón Rafael Antonio Niño poseedor del récord como ganador de seis Vueltas a Colombia, apenas pasaremos cerca, una lástima no poder conocer el pueblo que vio nacer a ese gran pedalista.

Todos esperábamos que solo era salir de Tunja e iniciar el descenso, sorpresa!! primero teníamos que rodar, mejor dicho, pedalear casi 12 kmts tendidos en falso plan,mejor dicho un plan hacia arriba, cuya inclinación promedia entre 4 y 5%. Es una vía en buen estado que circunda tierras un tanto desérticas donde aflora en las laderas la arcilla color rojizo anaranjado que me imagino es la fuente para productores de ladrillos, tejas y artículos de barro herencia de nuestros antepasados aborígenes.

Concluido este largo ascenso tendido, en el sitio denominado como “Alto de Piedra Gorda”, ahora si aparece el descenso hacia Cucaita, son 9,5 kmts hasta llegar al cruce con la vía a Samacá, amplia y en perfecto estado, un tapete, no vi un solo hueco o hundimiento, diría que el manjar soñado para Alberto Rivera, quien se hubiera divertido dejándose descolgar en picada bordeando las continuas curvas sin hacer uso de sus frenos, seguro nos habría acompañado de no ser por el reciente percance médico. Cuando comencé a bajar supuse que era cuestión de minutos para que me sobrepasaran los expertos en modalidad descenso; así fue, el primero, Geoffre quien adopta una posición tipo ciclista europeo con colita levantada y todo, luego pasaron Fernando, Nicolás, Daniel Carrillo padre, Molanito, Willy Duarte, Marcolino y Ana. Como mi velocidad en bajada si al caso llega a los 55 k/h, para alcanzarlos me tocó esforzarme con toda la piñonería cuando comenzó el falso plano cerca al cruce con la carretera a Samacá.


Terminado el plano donde ya tenía grupo acompañante, seguía un tramo de ascenso suave para llegar al Alto del Desaguadero y luego si nuevamente descenso y una “batea” de unos 3 kmts, en donde la vía presenta piedras caídas que se sueltan de las montañas que rodean la carretera, uno observa algunas de buen tamaño y pasa rapidito por si las moscas no sea que nos ganemos una en la rifa. Lo que viene son 7 kmts de bajada hasta Sáchica, en algunas curvas se siente el empujón de viento. Me extrañó que no nos llegara Guillermo, debió estar acompañando a Nobile y a Pulga con Daniel hijo.

Alberto, para que no crea que le digo mentiras mire, este es el perfil de la bajadita que me tocó hacer a mi velocdad de halcón sin alas:


En Sáchica paramos para esperarlos, pero alguien dijo que la cita era en Sutamarchán, así que ni modos, conste que tuvimos la intención. Teníamos doce kmts en plano con algunos repechos y mejor salir de eso de una vez y llegar a Sutamarchán. La vía en general está bien conservada, se siente el viento que nos sacude, pues es un terreno semidesértico, los pocos árboles que se ven son olivos. El tramo es ondulado, se puede rodar en bici a buena velocidad con plato grande.

Como se convino nos detuvimos en el Piqueteadero Robertico a la entrada de Sutamarchán. Como la sed apremiaba dado el intenso calor, tocó sacrificarnos y pedir un par de jarritas de refajo mientras llegaba el resto de compañeros y por supuesto la degustación de la famosa longaniza de Sutamarchán acompañada de papita criolla y guacamole.


Pronto se completó el grupo, hasta acá llevábamos 45 kmts desde que salimos de Tunja, hasta ahora todo fácil, pero faltaba lo duro. Guillermo habló con los vendedores aduciendo el viejo truco de que vinimos porque el conductor del bus nos dijo que acá era muy rica la comida, para lograr la porción grande y gratis funcionó, Don Elias el conductor de la Van, asistente y auxiliar de las reporteras gráficas obtuvo su buena picadita.


Hora de proseguir el camino. Generosamente los “duros” nos dieron una ventaja, a Nobile, Ana, Geoffre y Omárquez. Luego de Sutamarchán, encontramos la población de Tinjacá a solo 5.8 kmts y enseguida la entrada a Ráquira, en total recorrimos   12 kmts de terreno plano hasta que tuvimos a la vista el inicio de lo que temíamos, la subida al Alto del Carmen, donde comienza Cristo a padecer. Son siete kmts de escarpe sin ningún descanso, tiene rampas que fluctúan entre el 8 y el 12% que con el sol a la espalda me parecieron muy duras, a mi juicio lo más exigente el paseo hasta ahora. Al final de cada curva veía a lo lejos que los carros se desaparecían y me imaginaba que allí había una bajada, pero eran espejismos seguíamos subiendo.Entretanto, W. Trejos optó por la camioneta, esa lomita no le interesaba para nada.

La ventaja que nos dieron no alcanzó ni para subir la mitad de la cuesta, pronto pasó Nicolás y al rato Guillermo, Daniel joven, y Fernando dándose leña, luego Don daniel, Molanito y Geoffre. Pulga al alcanzar a Nobile y Marcolino se quedó a esperarlos. Ana a unos tres kmts del alto decidió emular a Trejos y hasta el final de la subida fungieron como acompañantes de Sandrita en la camioneta. Yo paré tres minutos para esperar al grupo de Nobile, lo necesitaba además para hidratar y retomar fuerzas.

Superado el alto del Carmen nos llegó el esperado regalo del cielo, por fin una bajada que cae como anillo al dedo para descansar. Luego si terreno pedaleable una serie de columpios, en total casi 17 kmts al final una puntillita que tiene su toque y que nos coge cansados, Guillermo la cogió enmplatonado y por poco no la corona. Al final de todo esto estaba la gloria que tanto anhelamos durante el dia: Chiquinquirá!!.

Una breve parada en la primera tiendita que vimos antes de ir a buscar el Hotel Sarabita, una bella edificación de estilo republicanol, cuya construcción se concluyó en 1910, ubicada en una esquina del parque Julio Flórez de la ciudad. La niña recepcionista me contó que el Hotel pertenece a la Goberación y fue entregado en arriendo a particulares


Maletas al cuarto y un bañito, esta vez sí con agüita caliente para relajar los adoloridos músculos y luego bajar a almorzar para intercambiar comentarios con nuestros compañeros de odisea sobre esta dura segunda etapa de la Vuelta a Boyacá, que afortunadamente culminamos sin ningún inconveniente.

En la tarde algunos nos tomamos una reparadora siesta, otros salieron de compras por Chiquinquirá a misa en la famosa catedral. El mono Trejos solicitó la asesoría de Guillermo para comprar unas esmeralditas, para que no le vieran la cara... de alemán.

A las ocho la noche luego de la cena, cuando nos disponíamos a retirarnos a descansar, Molanito hizo una curiosa invitación para que asistiéramos al salón en el segundo piso. "los invito para que nos reunamos y hagamos unas oraciones y un rosario" , nos extrañó, pensamos que se había metido a algún grupo de oración de alguna iglesia nueva, pero sin embargo todos asistimos. La sorpresa era que allí tenía un par de botellas de vino, en su calidad de organizador nos dirigió unas palabras manifestando su complacencia por haberle aceptado la invitación a la Vuelta a Boyacá.

Acto seguido entregó a cada uno de los asistentes una preciosa medalla, como recordatorio del evento y una placa inmerecida para este servidor. Qué bonito detalle.


Por supuesto los asistentes le agradecieron por la estupenda idea, y la excelente organización de este recorrido que nos ha permitido compartir con los compañeros de CicloBR y con los invitados Fernando, Nicolás y la familia Carrillo, valga decirlo, magníficos compañeros de ruta. Geoffre hizo alusión al reto que significó para algunos de nosotros esa invitación, por lo cual inicié la primera parte de la crónica de Tunja resaltando la importancia de aprovechar estas oportunidades para salirnos de la rutina y darnos cuenta de que somos capaces de aceptar y cumplir desafios que consideramos a priori como objetivos inalcanzables.

Molanito ha sido ese motor no solo en este sino en dos recorridos anteriores que ha organizado con éxito, esperamos que continúe por muchos años aprovechando su experiencia y que siga motivándonos a cumplir sueños como esta Vuelta a a Boyacá.

Hasta acá el somero recuento de lo que fue la segunda etapa de la Vuelta a Boyacá.

Ver crónica de la Primera etapa chía Tunja

Permítanme ordenar los recuerdos para armar la crónica de la tercera y última etapa, que publicaremos en breve.

Disfruten las mejores fotos tomadas de esta segunda etapa, logradas por Sandrita y Paulita en CicloBR Facebook.

 

 

 

 

 

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