Para ver el arco iris toca soportar la lluvia
Hoy fue una grata sorpresa y un verdadero milagro el haber podido congregar a para nuestra etapa de hoy, dado que el día presagiaba lluvia. Ya sabemos que si al abrir su ventana algunos de nuestros pedalistas no le ven la carita al sol, olvídense, de un salto regresan a la cama calientita en par minutos.
En algunos tramos del camino al punto de encuentro lloviznaba, en Centro Chía el panorama hacia Zipaquirá no pintaba nada bien, cielo nublado, probabilidad de lluvia y un frio ni el "hijuejulia", incluso algunas pequeñas gotas de lluvia nos obligaron acelerar la salida.
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Alvarito Cuervo cumplía hoy el impajaritable turno como conductor elegido, llegó acompañado de su esposa Lilia y de inmediato procedieron a repartir tremendas bolsitas energéticas que con mucha paciencia y cariño prepararon desde ayer para sus compañeros ciclistas. Hicieron una excelente labor de acompañamiento; para ellos el reconocimiento y agradecimiento.
Además La esposa de Ricardo, nos escoltaron en su vehículo todo el camino al Alto del Águila, gracias. Oiga Ricardo, dígale al Sobrino que el comentario en la pasada era una broma, el pelao debe estar sentido.
Nos acompañó hoy Jenny una ciclista amiga de Camilo, la vi en Centro Chía a la salida y luego al regreso, parece que sube parejito. Ahora entiendo porqué Camilo va a cambiar de bici.
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Sabíamos que seríamos víctimas de otra mojadita, pero como siempre abrigábamos la esperanza de que el sol se conmoviera con estos ciclistas que celebraban hoy el día internacional del trabajo, con una dura jornada ciclística.
Cuando salimos de Centro Chía el piso estaba seco y apenas una pequeñísimas gotas caían esporádicamente. Aunque nunca sentimos un aguacero, a los dos kilómetros el pavimento estaba totalmente empapado, la velocidad y tamaño de las gotas fue cambiando paulatinamente, así que muy lentamente y en la medida en que avanzábamos hacia Zipaquirá nos fuimos metiendo poco a poco en una lloviznita de esas pendejas, pero que mojan.
El cambio fue tan lento que no le dio tiempo a nuestra gente de pensar en regresar. Yo los miraba y parecía que a nadie le importaba la lluvia, seguían pedaleando como si nada. Me acordé de aquella frase: “Ave César, quienes nos vamos a mojar te saludamos”… ¿o era quienes vamos a morir?. Tal vez si.
A prósito, hoy nos pasó lo de la famosa fábula que tanto citan en los seminarios de motivación al cambio:
“Si colocamos una rana en una olla con agua fría y lentamente vamos calentando el agua, esta se va acomodando a la temperatura, puede llegar a hervir y morir sin darse apenas cuenta de ello. En cambio si echamos la rana al agua ya caliente, ésta pegará un salto fuera de la olla evitando el peligro”.
Si nos hubiera llovido en Centro Chía seguramente la mayoría de ciclistas hubiésemos saltado a los carros cual ranitas; como no fue así, nos fuimos acomodando poco a poco a la lluvia, que apareció lentamente.
Al llegar a Zipaquirá la lloviznita nos dio una tregua, así que raudos buscamos la vía que nos conduce a la vía a Pacho. En las últimas calles de Zipaquirá, comienza el ascenso al Alto del Zipa, son 5,5 kmts que ya conocemos. La cinta asfáltica sigue en perfectas condiciones, los primeros kmts son un tapetico. El lote subió compacto un poco más de 600 metros y luego se fue estirando hasta convertirse en una larga hilera.
Pulga se había quedado acompañando a Ana quien sufrió un percance a la entrada de Zipaquirá. Una vez dejó a Nobile cerca del Alto aceleró para tratar de llegarle a los de adelante que le habían sacado una buena ventaja a este buen Samaritano.
La lloviznita “pendeja” seguía y el pavimento brillaba reflejando nuestras figuras y las bicis.
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Apenas si llevábamos un par de kilómetros y la llovizna se acordó de nosotros y de buena gente decidió acompañarnos hasta la cima del Zipa. La subida no da tregua, cada curva es más pendiente, ya sabemos que hay que tomarla con calma. Para saber cuánto nos falta, como pasa en todas las cuestas tenemos que observar nuestros cuenta kilómetros pues no existe ninguna señalización; nunca he visto una señal que le indique a los ciclistas por ejemplo: Alto de Canicas a 2kmts. Yo distingo la llegada porque justo donde concluye el ascenso y la vía se aplana uno ve a lo lejos las puertas metálicas de dos fincas que quedan a cada lado de la carretera, cuando pasamos siempre están abiertas, da la sensación que arriba el Alto tiene un portal y que lo han abierto para que podamos pasar. Allí estábamos a 2937 metros sobre el nivel del mar, era el primer trayecto de la tarea para hoy y se valía devolverse allí, pues estamos en el mes de la programación a la carta.
Ocho pedalistas pararon en el Alto del Zipa, habían cumplido con su meta de 5, 5 kmts de montaña y consideraron que eran hora de regresar a Zipaquirá y luego a Centro Chía: Jorge, Armando, Edgard, Ana, Nobile, Marcolino, W. Trejos y Héctor, en ese mismo orden coronaron. Me cuentan que Héctor paró 800 metros antes, no sabemos si para guarecerse del agua o para dejar agüita.
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Los restantes 11 pedalistas siguieron su camino en busca del segundo objetivo, distante justo a 11 kmts de allí.
Luego de una corta bajada se inicia una serie de columpios, una subida, una bajada, así van transcuerriendo los kmts, si uno se cansa sabe que viene un descenso. Lo único malo es que la vía está llena de series de tres filas de taches cada dos kmts, ahora le han agregado además esos odiosos policías acostados de caucho duro, color amarillo y negro que fijan con tornillos. Me imagino en algunos meses cuando el caucho se desgaste el peligro que representará para nosotros esos benditos tornillos.
Víctor Molano avanzó tres kmts y regresó. Mauricio, voló subió en solitario y se regresó, faltando 3 kmts se cruzó con los primeros, que encabezaban este grupo. Bajó como un pajarito, no usa impermeable, así lo vi en Guasca, eso si es el verdadero "water proof".
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La llovizna arreciaba en la medida en que nos acercábamos al alto. Cuando faltan solo 3 kmts para coronar comienza uno a extrañar las bajadas, pero ya sabemos que desde allí la carretera solo tiene tramos de ascenso, hasta llegar al Alto. Molanito, Camilo, Jenny, Manuel, Alberto O., Geoffre y Eduardo lograron comquistar la cima del Alto del Águila ubicada a 3147 metros y llegaron en ese orden, con ligeras diferencias, creo que se alcanzaban a ver unos a otros de lejos. Geoffre ha mejorado sustancialmente en la montaña ya se ganó un lugar junto a Molanito a Manuel en la B (qué suerte la de este joven, se gana todo).
A 100 metros de la cima logré alcanzar a Ricardo, el Tolimense había tomado buena ventaja, cuando lo igualé me preguntó si faltaba mucho, como sabía que iba a reaccionar si se enteraba que allí concluía la etapa y yo no traía para responderle, le dije que aún faltaba mucho, a los 30 metros llegamos al Alto del Águila, paré y le dije la verdad, una pequeña trampita para ganarle pero tocaba.
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Bajamos a la tiendita que queda a 500 metros regresando, allí nos esperaban los demás. Al rato llegó Pulga, venía persiguiendo. Nos sentamos a disfrutar del tinto con panela, mientras escampaba un poco.
Entre tanto el grupo del Alto del Zipa iba camino a Centro Chía. Nobile pinchó a 2 kmts de Zipaquirá en plena bajada, Edgar Marco y Jorge la auxiliaron pues el carro acompañante estaba en el Alto del Zipa. A 6 kmts de Centro Chía W. Trejos reportó pinchazo y allí estaban prestos Edgar, Marcolino y Armando para darle “nuevo aire” a su llanta.
Arriba la lluvia cedía, así que bajamos con toda precaución, al llegar a Zipaquirá ya teníamos sol, seguimos de una para buscar la salida. Una vez tomamos la vía a Cajicá. Pulga aceleró el paso y nos trajo a ritmo fuertecito, seguramente tenía la esperanza de Cazar a Camilo a Jenny quienes habían bajado más rápido, pro solo los vimos en Centro Chía. Oiga Pulga podíamos haber ido más despacio, esos pelaos son juiciosos.
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De esta manera completamos 51 y 73 kmts en cada grupo y todos tan contentos. Fue la tercera “juagadita” en serie, pero si no es así no hubiéramos disfrutado estos tres domingos. Es que a veces para ver el arco iris toca soportar la lluvia, pues de las gotas de lluvia emerge el colorido y para ser felices coronando montañas en bici a veces toca mojarnos, pero al final siempre sale el sol.
Tenemos que convencernos que si bien el agua moja, no mata.
Les prometemos a nuestras esposas que el próximo domingo no vamos a llegar a casa con la ropa mojada y embarrada.!!
En queda el registro de esta agradable aventura, las fotos las logró Alvarito Cuervo, lástima que mi cámarita que tiene casi mi edad, tenía el lente algo mojadito y quedaron con una pequeña neblina. Creo que es hora de que CicloBR invierta en una cámara, luego de casi 30 años lo merecemos, ahí les queda el “indireptazo”.
Feliz semana. No olviden el regalo para las mamitas y recuerden que el 15 de mayo nos espera Cachipay con los brazos abiertos.
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