Recientemente tuve la oportunidad
de visitar a Medellín luego de casi
15 años.
Fue una sorpresa agradable reencontrarme
con esa hermosa ciudad que me trae gratos
recuerdos.
Aunque es una urbe agobiada por la cantidad
de vehículos particulares, taxis
y motos, con algunos pocos trancones o tacos
como ellos los denominan, en general el
tráfico fluye.
!Qué envidia.!
Además, me produjeron envidia de
la buena estas tres cosas:
El Metro.
Cuando
se aborda este sistema de transporte masivo
se siente uno en otro país. Un sistema
eficiente de venta de boletos, e igualmente
eficiente en el acceso. Tiene estaciones
impresionantemente limpias y con estricta
vigilancia. No parece que este sistema llevara
ya en operación doce años.
Los vagones parecen nuevos, no se les ve
un rayón o un daño ocasionado
por vándalos, pues el metro ha traído
una nueva cultura y un altísimo sentido
de pertenencia a los paisas.
Al apreciar esta maravilla de sistema no
pude evitar la comparación con nuestro
Transmilenio hoy casi colapsado. Fue inevitable
comparar las estaciones del metro con el
estado de las estaciones y las losas de
Transmilenio.
No pierdo al esperanza de que algún
día los bogotanos podamos contar
con un sistema de transporte masivo como
el Metro de Medellín.
!Qué envidia.!
El Metro
cable.
Me impactó el denominado sistema
Metro Cable, Una cosa es leer en la prensa
sobre este sistema y otra verlo funcionar
en vivo y en directo.
Tomé
el metro con destino Nikía (al norte
de la ciudad) y en la estación Acevedo
abordé una de las 90 cómodas
cabinas multicolores de un Teleférico
que se elevan y retornan en forma ininterrumpida
a través de 4 kilómetros de
cables de acero y poleas soportados por
inmensas columnas de concreto.
Cada cabina lleva de 8 pasajeros sentados
hasta lo más alto de montaña
en Santo Domingo, volando por encima de
miles de casitas de uno de los sectores
más deprimidos de Medellín,
en donde habitan alrededor de 150 mil personas
en barrios como Granizal, Andalucía,
La Francia, La Esperanza y Santo Domingo.
Es
un verdadero proyecto social de movilidad
en el cual se invirtieron más de
1.200 millones de pesos. Esta obra es realmente
una novedad como solución de transporte
para una comunidad.
El impacto social favorable de la misma
es indudable y reconocido por sus habitantes.
Qué bueno que el Estado se haya acordado
de la gente humilde.
Alrededor de este proyecto han llegado
mejoras para esos barrios, como una biblioteca
pública enclavada en la montaña,
un hospital actualmente en construcción
y un inmenso parque que se construirá
en una franja de terreno que poco a poco
ha ido adquiriendo Medellín en esos
barrios. Además, la mano de obra
fue contratada en un alto porcentaje entre
sus mismos moradores, generando empleo.
El costo del tiquete en metro es de $1.200
e incluye el acceso al Metrocable.
!Qué envidia.!
Sus calles
sin huecos.
Como se nota que Medellín ha tenido
alcaldes que se han preocupado por el mantenimiento
de la malla vial. Me contaron que los huecos
se tapan a solicitud de la ciudadanía.
Da gusto transitar por sus calles sin huecos
y notablemente limpias y arborizadas. Es
admirable ver como han recuperado el centro
y los edificios públicos.
No se porque me causó sorpresa ver
que no existen alcantarillas sin tapa. Tal
vez porque en Bogotá uno tiene memorizada
la ubicación de las que no tienen
tapa y anda prevenido del resto.
!Qué envidia.!
Bogotá, enero de 2007
PD: Por supuesto la iluminación
navideña de Medellín, produce
bastante envidia. Como es imposible describirla,
mejor vean esto que me envió Alvaro
Campo:
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