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Caminata por las montañas de la Calera.

(ver mapa satelital)

Sábado 28 de marzo de 2009, estamos acá en Bogotá en la calle 72 con carrera 13, bien abrigaditos esperando la buseta que nos llevará a la población de La Calera. Son las 6:50 de la mañana de un amanecer muy frío debido a que la noche anterior llovió intensamente en la capital.

A las 7:01 aparece el pequeño bus casi lleno con su distintivo CALERA. Sube por la 72 hasta la carrera séptima para tomar luego por la calle 85 hacia la circunvalar. Pronto estamos en plena subida por la vía a Patios, como vamos en la parte delantera podemos apreciar el accionar de una gran cantidad de valientes ciclistas que pese al tráfico y al clima inician la subida de 6.5 kilómetros que los lleva al alto de patios. Sentimos envidia de la buena.

Pronto la buseta llega al municipio de Patios, cruza el peaje y toma la carretera llena de curvas, En menos de 35 minutos recorre los 16 kilómetros, distancia que hay de Bogotá a la Calera, todo por $2.000. Este municipio está situado al oriente de Cundinamarca y al noreste de Bogotá y pertenece a la Provincia del Guavio. Curiosamente el origen del nombre de La Calera es español y no indígena, como la mayoría de los Municipios aledaños. La Calera debe su nombre a las minas de caliza de la región y porque suele llamarse Calera el lugar de donde se extrae ese mineral.

Son las 7:35 de la mañana y la población parece desierta, subimos hacia la plaza buscando el punto encuentro acordado para la caminata. Todos los establecimientos están cerrados, pareciera que la gente aún duerme plácidamente pues las casas se ven cerradas y todo está en completo silencio. Llegamos a Telecom, cerca a la Alcaldía, el cielo está nublado y caen pequeñas gotas presagiando lluvia.

Con sorpresa vemos que apenas han llegado tres caminantes, por un momento creimos que por el clima nadie asistiría y pensamos en tomar la buseta de regreso.  Pero a los pocos minutos fueron apareciendo clientes para la caminata.Algunos deciden ir primero a buscar caldito o tinto pues ya cerca de las 8 de la mañana los negocios comienzan a abrir sus puertas al público.

Con un grupo de apenas 23 deportistas iniciamos la caminata a las 8:27 a.m. Aunque el cielo sigue algo nublado ya parece que pronto abrirá y que le veremos la cara al sol.

En pocos minutos llegamos a la carretera principal, la atravesamos y tomamos un sendero destapado rumbo a las montañas que se alzan frente a la Calera. Es un tramo de plena subida que se va empinando desde la salida. Pese a que se aprecia que llovió en la noche el terreno es firme y permite que nos desplacemos sin problema. En menos de 10 minutos ya sentimos que el corazón se acelera y que las piernas acusan el esfuerzo y se tornan pesadas, los lentes se empañan todo por la inclinación del terreno. Termina el camino destapado y sigue una vía que tiene dos cintas empedradas especiales para el tránsito de vehículos, continuamos ascendiendo a buen paso.

Alberto Rivera descubre que dejó olvidada su caramañola con el agüita en el restaurante donde tomó caldito, pero nada que hacer ya nadie se devuelve, entonces se resigna a subir con el “guargüero” seco.

 A los 20 minutos de subida podemos apreciar una hermosa vista de la represa de San Rafael desde la montaña.

Son las 8:53 a.m, llevamos exactamente 26 minutos de recorrido y ya estamos coronando la montaña por el sendero carreteable.  Acá el altímetro marca 2958 metros, abajo a la salida estábamos a 2.710 metros.

 A lo largo del camino nos acompaña un paisaje lleno de parcelas y cultivos de diferentes tonalidades de verdes y café y bellas casas de campo. Antes de coronar la cúspide la vegetación es más exuberante y casi forma un arco encima. El terreno es un poco y blando, especialmente por donde han pasado vehículos, pero podemos transitar por el lado sin mayores problemas.

Ya las piernas nos responden mejor y parece que nos hemos quitado un gran peso de encima, los latidos del corazón se comienzan a normalizar pues el terreno se inclina para el  descenso. Obviamente ya podemos conversar de corrido y sin jadeos.



Son las 9:05 de la mañana, completamos 42 minutos y llegamos a un cruce de tres caminos que forman una K, en la vereda El Rodeo. Nuestro guía decide una parada técnica para reagruparnos, frente a un curioso aviso que invita a denunciar a los sospechosos y delincuentes y a quienes arrojen basura.

Ya vemos a Alberto feliz, pues resulta que Anita le había guardado su caramañola (para que ahorrara líquido) y al finalizar la cuesta, al verlo algo agotado se conmovió, lo esperó y se la entregó. Qué buena amiga no?

Continuamos caminando en terreno prácticamente plano, a los pocos metros a lo lejos observamos la Vereda Pénjamo. A las 9:12 a.m. retomamos la marcha.  Nuevamente encontramos un cruce de caminos, esta vez forman una T, giramos a la izquierda frente a la Hacienda Rodeo Monserrate. Parece que vamos a encontrar en estos cruces todo el abecedario.

A la orilla de la carretera empiezan a parecer extraños cubos de cemento, nos comentan que son respiraderos y sistemas para acceso a los túneles para mantenimiento de la línea maestra de conducción de agua que va de Chingaza a San Rafael. El clima ha cambiado completamente y ya se siente el calor del sol, William acomoda su cachucha a prueba de sol.

Son las 9:35 a.m.  nuestro guía ordena parar para el refrigerio. Cada cual busca en su morral su juguito, o su emparedado y la frutica. Esther saca un extraño menjurge de cereal, avena y fruta, debe ser rico y nutritivo pero la apariencia es "guácalas" como diría mi hijo.

9:45 a.m. hora de continuar con la caminata, con energía renovada por el refrigerio. Ahora tenemos que subir una pequeña cuesta pero pronto retomamos el terreno plano.

A las 10:24 llegamos a un sitio en el cual la vegetación es escasa, parece una zona desértica, en la cual se aprecian terrazas de arcillas de varios colores grisáceos, al fondo se aprecia una laguna que tiene diversas tonalidades de verde. Está enclavada en un cañón que fue la cantera la Planta cementera Samper, se denominó Mina la Popa. Son los restos de lo que debió ser una montaña verde con vegetación exuberante como las que dejamos atrás.



Varios de los caminantes deciden bajar hasta la laguna para tocar el agua y apreciarla de cerca a ver si realmente es verde. Ricardo Castellanos pisó terreno húmedo y se hundió un poco, por supuesto pasó un gran susto pues pensó que había caído en arenas movedizas. Afortunadamente de la embarrada no pasó.

Gabriela Méndez sufrió un pequeño trastorno y como dicen las señoras se “maluquió”. Afortunadamente, como estábamos cerca al camino principal tomó la buseta de regreso a Bogotá. Esperamos que se encuentre bien, pero ojo con esos mareos Gaby …

Continuamos y a los pocos metros aparecen ante nuestra vista inmensas ruinas enmarcadas por dos dos grandes chimeneas. todo luce gris oscuro, a su alrededor hay varias construcciones aparentemente abandonadas, nos comentan que eso quedó de lo que fuera hace algunos años la  mayor empresa cementera del país: Cementos Samper y su planta la Siberia. Ver foto>>



Con ayuda de Google Earth habíamos visto esa gran mancha gris rodeada de enormes extensiones de tierra devastada, pero ahora tuvimos oportunidad de verla. Realmente entristece el daño a la naturaleza, pues la explotación minera durante más de sesenta años dejó solo aridez y abandono. Lástima que no se hubiera procedido a reforestar ese terreno y a darle algún uso a esas instalaciones que una vez dejaron de ser productivas fueron abandonadas. En una de esas construcciones, que parece una casa de fantasmas, se lee este aviso: Sindicato de trabajadores de Cementos Samper. Ver foto>>

Afortunadamente para los caminantes, esas dos chimeneas están hoy muertas y ya no producen contaminación. Un tanto impactados continuamos el camino, que ahora es pavimentado pues fue la entrada a la planta.  A las 11:20 llegamos a la carretera principal que nos conduce a la Calera a donde arribamos  20 minutos más tarde concluyendo esta agradable caminata por las montañas de la provincia del Guavio.

Pasamos por el montallantas del señor Uribe donde, como reza el aviso trabajan y trabajan y trabajan.

En total gastamos 3 horas y 13 minutos a paso firme pero no muy rápido pues el objetivo primordial era disfrutar de la naturaleza. Misión cumplida.Lástima que esta vez una buena cantidad de caminantes optó por quedarse  en casa pensando que nos encontraríamos con barriales y lluvia a cántaros.

Lo sentimos por ellos, pero los esperamos el año entrante, vale la pena repetir este recorrido ecológico que hacemos por primera vez gracias a la colaboración de Alvarito Campo, nuestro experto en caminatas.

 

La Calera febrero 28 de 2009.

OMM

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