Décima salida del 2014
Hoy nos aplicamos triple dosis de montaña.

El diccionario de la lengua española define la palabra Dosis así:
Cantidad específica y graduada de una sustancia que se añade en cada etapa de un proceso.

Pues dentro del plan progresivo que estamos llevando en las etapas del 2014, hoy se aumentó la dosis de la sustancia, en este caso “montaña”, el remedio sin el cual no podemos vivir los ciclistas. Ese mismo que a veces es amargo pero sabemos nos cura la ansiedad cada domingo y que después de aplicado  genera una agradable sensación de bienestar que dura toda la semana.

Por supuesto como otros remedios tiene efectos secundarios: dolor en músculos como gemelos, cuádriceps e isquiotibiales y hasta frustración, cuando no pudimos con el rival de turno.

Hoy nos asistió como conductor elegido, reportero gráfico y técnico mecánico Orlando Molano, "Molanito" quien además entregó a cada ciclista una bolsita con manzanas, ciruelas y un crocante turrón, que fue una carga calórica importante para aguantar el duro recorrido. Agradecemos a nuestro apreciado amigo Molanito y a su familia, que sabemos trabajó con mucho cariño para nosotros en la logística de compra y embalaje.

Normalmente siempre sabemos con exactitud cuántos ciclistas asistimos, pero hoy fue imposible el conteo, para conformar la lista me tocó en la tarde verificar telefónicamente con varios de los pedalistas pues hoy algunos amanecieron con  un poquito de afán y partieron 25 minutos antes.

Por ejemplo no vi a Héctor Pedraza, a Jorge Buitrago ni a Gabriel Uribe, pero me confirmaron que si llegaron. Al que si vi fué a Marcolino algo coloradito pero la verdad no sé porqué razón.

La lista de asistentes, subió hoy a 31 pedalistas, eso creo, pero es posible que se me escape algún nombre.

Fernando quien integraba el grupo de los “adelantados” preciso pinchó y tuvo que esperar a  la orilla de la vía casi 40 minutos hasta que apareció el carro acompañante, que por supuesto venía con el lote.

Nos acompañó hoy Ricardo Muñoz, un joven economista seguidor de CicloBR a través de la web.

Iniciamos el recorrido en Siberia, frente a la estación de Gasolina, el primer reto contenía una pre-dosis de 17,5 kmts de terreno plano, recomendada por los facultativos como previa para calentar los músculos.

Una vez llegamos al cruce de El Rosal, pasamos bajo el puente y ahí a metros nos esperaba la primera dosis de montaña para el día: El alto de El Vino, una subida de 4,0 kmts, muy pedaleable en el primer kilómetro,  pero que a mitad de camino se pone algo resabiada y nos obliga a esforzarnos para poder coronarla.

Cada uno se fue aplicando la primera dosis de montaña a la velocidad que su organismo y preparación le permitía.

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Arriba en la cima de El Alto de El Vino las nubes habían descendido disfrazadas de neblina para observar a este nutrido grupo de pedalistas que  iba llegando en pequeños grupitos. Por supuesto la visibilidad, especialmente hacia la Quebrada de El Vino era baja.

En la medida en que bajábamos la niebla se intensificaba, por tramos desaparecía pero nos acompañó hasta un kilómetro antes de la Quebrada de El Vino.

Justo donde termina la doble calzada, por lo general hay trancón, pero hoy la fila era más larga de lo usual. La causa era una tractomula que se había volcado aparatosamente. Logré captar esta gráfica y enterarme de que por poco causa una tragedia pues en ese momento subían ciclistas, dos resultaron lesionados al caer a la zanja de la obra para evitar ser atropellados.


Mientras terminan ese tramo de la doble calzada, lo mejor es no programar salidas por allí los domingos. Afortunadamente los trabajos van bien avanzados.

Cuando pasamos por las panaderías en la Quebrada de El Vino, vi a un par de ciclistas nuestros, pero la verdad nadie sabía con exactitud cuántos habían bajado.

Continuamos descendiendo hacia El Chuscal, allí la neblina reapareció y la visibilidad era regular gracias. Pude apreciar que a pocos kilómetros comenzaron a devolverse algunos pedalistas de nuestro grupo, me fue imposible identificarlos a todos.


Un kilómetro antes de tomar el plano que nos conduce al Chuscal, paramos con Pulga, le pregunté si algunos habían bajado más, el creía que todos ya habían regresado. Continuamos bajando con precaución y nos encontramos con un grupo de aproximadamente 10 de nuestros ciclistas que venía ascendiendo. Pude distinguir a Nidia, a Otálora, a Melki, a Carolina, a Marcolino y a Camilo. La cantidad  de vehículos bajando era grande pues estaban dando paso por oleadas, por lo cual tuvimos que esperar varios minutos para atravesar y tomar la vía de regreso.

Don de Guillermo Durán no conocía dónde quedaba el Chuscal, no nos vió en el Vino y bajó de primero, siguió derecho y llegó hasta San Francisco. Como no llevaba celular ni billetera tuvo que volver a subir, hasta que su carro acompañante lo recogió adelante de El Chuscal por supuesto plantó, pues iba de catre el pobre.

El Tramo de El Chuscal a la Quebrada de El Vino son 6 kmts, con algunos repechos exigentes especialmente uno en mitad de camino. Esta era la segunda dosis de montaña y nos tocó aplicárnosla con precaución por la neblina. Afortunadamente el sol apareció y ahuyentó la niebla, el astro rey decidió escoltarnos por el resto del camino.

La tercera y última dosis de montañita, era la subida de la Quebrada al Alto de El Vino, cinco kilómetros que pesan por el cansancio acumulado, los habían recetado para una buena salud ciclística y nos los aplicamos con gusto.

Miguel nos escoltó en la subida a Pulga y a mí, pues como bajamos de últimos nos tomaron una buena ventaja en la subida. Llegando al Alto encontramos a Cristian Durán que iba caminando con su bici, Pulga lo animó y volvió  a subirse, solo le faltaba una curva, pero él no sabía.


Nos reagrupamos al pasar el puente de El Rosal. Se conformó un lote al cual se unieron bastantes “patos” a los que llevamos a Siberia donde terminamos el recorrido, que debió marcar entre 66 y 60 kmts , dependiendo de las dosis que se suministró cada uno.

Normalmente en estas crónicas mencionamos el orden de llegada a cada puerto, pero por las razones expuestas hoy ni siquiera supimos cuántos éramos, ni qué recorrido hizo cada grupo. Por ejemplo alguien sabe hasta dónde fueron Armando y Carlos?. O Jorge y Hermes?.

Y como siempre esto fue todo.

No olviden visitar Facebook CicloBR, allí están las fotos que logró captar nuestro conductor elegido.

Les deseo una feliz semana y los dejo con estas reflexiones:

Me pregunto si realmente es imposible que al menos en el trayecto de ida podamos salir con el grupo completo, sin afanes y llegar juntos hasta el inicio del premio de montaña.Sigo pensando que es más seguro andar en grupo y más fácil la asistencia del carro acompañante

¿Será igualmente imposible esperar en la cima de la montaña a que lleguen todos los pedalistas?.

Qué bueno sería que aquellos que suben con bastante facilidad volvieran a bajar hasta encontrar a sus compañeros y escoltarlos hasta el alto; sería además de un buen complemento como ejercicio un excelente detalle   para con sus colegas que se quedan solos subiendo. Esta medida les daría un estímulo y más seguridad.

Pulga me dice que es muy difícil lograrlo, yo tengo fe en que se puede; en el pasado hemos corregido cuando por fallas de comunicación nos desviamos de los objetivos. La autocrítica nos ha ayudado a llegar a dónde no han llegado muchos clubes de ciclismo.

¿Sería imposible que una vez al mes intentáramos que el grupo saliera y llegara a la meta completo?.

Melki sugería que el refrigerio se reparta en el alto, mientras tomamos un breve descanso, para reemprender el camino de regreso.

Para el tramo de regreso, está bien la ventaja que se otorga a quienes la requieren, pero debe ser razonable para que el conductor elegido pueda  hacer su tarea y asistirnos en caso de emergencia.
Los invito a que pensemos  en función del grupo, en la seguridad de los ciclistas y a que hagamos sugerencias y correctivos para no perder nuestros objetivos. Resalto la labor de Giacomo, Miguel, Eduardo, Pulga, a veces Dieguito, siempre pendientes del grupo y de quienes a veces perdemos la rueda.