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Artículo publicado el año pasado en CicloBR
Evocando la semana santa

 No sé cómo recuerdan Uds. la semana santa en su infancia. Aunque dicen que todo tiempo pasado fue mejor,  al evocar la época de semana santa en mi cabeza rueda una película en blanco y negro;  la recuerdo como una época de sosiego y paz, pero no tan divertida, pues las estrictas creencias religiosas de nuestros padres nos imponían tantas restricciones que la verdad coartaban la libertad de los niños que solo queríamos divertirnos, era  época de  vacaciones para nosotros pero para ellos una semana de duelo,  nos prohibían reír, cantar, bailar, jugar y  hacer toda clase de ruidos, eso era sacrilegio y una ofensa al señor al que los Judíos habían sacrificado; el viernes santo a las 3 p.m. teníamos que quedarnos totalmente quietos. 

Los juegos como parqués o dominó en semana santa eran equivalentes a jugar al Señor, nos hacían sentir como a Judas. 

La gente vestía de oscuro, máximo camisa o blusa blanca, vestir de rojo era identificarse con el diablo. Las emisoras de radio solo transmitían música sacra o música clásica, pues la bailable o las baladas eran una ofensa a Jesús. Tal vez por eso asocio esos días con el color gris, además siempre llovía.

En la televisión para quienes la conocimos en blanco y negro y luego en los teatros de cine repetían cada año “El Mártir del Gólgota” una versión mexicana, “Jesús de Nazareth” y  “Marcelino Pan y Vino” la historia de un niño en un convento en España, “El Manto Sagrado” unas de las primeras peliculas gringas de semana santa. Siempre salíamos llorando. Años después pudimos ver en cine las grandes producciones de Hollywood como “La Biblia, “Los Diez Mandamientos” "Ben Hur" y “Moisés”, realmente nos deslumbraron, pero luego las repetían tanto que ya no tenían la misma gracia. Creo que los de nuestra generación quedamos saturados de soldados romanos con falditas de cuero y algo frustrados porque en esas películas siempre moría el héroe.

La iglesia no pemitió que viéramos otras versiones como por ejemplo “El Evangelio según San Mateo”, de Pasolini, un ateo y comunista, o “La última tentación de Cristo, de Scorsese, en la que esta vez Jesús es salvado por un Ángel y al final se casa con María Magdalena; hay Dios si los curas hubiesen seguido ese ejemplo no tendríamos tantos casos de pederastia.

Añoro eso si, esas salas de cine que había en los barrios en muchos sitios de Bogotá y que desaparecieron; ahora solo existen los cinemas en los centros comerciales, pero ya no tienen la misma magia. Entre otras cosas ¿se acabó el cine contínuo?.

La comida en esa semana no es algo que recuerde con mucho agrado. No se podía comer carne roja ni jueves ni viernes santos, pues era “vigilia”. En esa época vi por primera vez  esas latas ovaladas con una cinta de papel a su alrededor en la que se leía: “Sardinas en salsa de Tomate”  o “Sardinas en aceite”, “hecha en Ecuador”, no podría explicar la razón pero asocio ese aceite al remedio que nos daban para la tos "aceite de hígado de bacalao". Las latas se abrían con dificultad, tenían soldada una especie de llave que se debía desprender y si uno la partía, pailas pues tocaba a punta de cuchillo y martillo. Creo que algunos transmitimos en los genes a nuestros hijos la fobia por las sardinas enlatadas, si no traten de darle a un chino hoy una lata de esas y verán que les responde.

El peor recuerdo con la comida es ese resalado “pescado seco”, cuyo olor hoy aún no puedo soportar; recuerdo esas tiras resecas de pescado amarillas colgadas o apiladas en las plazas de mercado, eran como especie de pieles. Mi madre lo preparaba y adobaba con tomate y cebolla, así era agradable.

Eso sí, nos daban a probar (o lo hacíamos a escondidas) un vino dulzón que recuerdo con más agrado, el famoso Moscato o Moscatel , que tenía en la botella la imagen de un monje bonachón ataviado con hábito (parecido al que lucen los monjes ciclistas de la foto arriba), al lado de un barril y uvas moradas o algo así. Había otro que tomaban los mayores: el Cinzano, un  tanto amargo. Obviamente no podían faltar las galletas “Caravana”.

Por las restricciones que imponían las creencias, no existían los paseos a tierra caliente o a la costa, lo máximo que hacíamos era acompañar a nuestros padres a larguísimas misas con sermones interminables. El jueves y viernes santo  la infaltable costumbre de visitar los siete monumentos, en siete iglesias diferentes, en las que se visitaban las estaciones, lo cual implicaba echar pata a la lata y ojalá que los zapatos nuevos nos hubieren quedado pequeños, pues en semana santa se tenía la costumbre de estrenar una mudita de ropa, la cual nos compraban al ojo. Si los zapatos quedaban grandes, nada que unas motas de algodón o pedazos de periódico en la punta no pudieran solucionar; si quedaban pequeños, echarles alcohol y dejarlos una noche así o llevarlos al zapatero del barrio para que los metieran en "la horma", esa patica de madera con tornillo de expansión. 

A los pantalones o a las camisas se les cogían pinzas o “se  les soltaba”, pero cambiarlos por otra talla, ni por el chiras, "Eso es mejor que le quede grande mijo, Ud. crece y lo deja rápido"

A lo de la visita a los siete monumentos le cogí el gustico ya en la adolescencia pues descubrí que los “monumentos” eran esas chicas a las  que íbamos a mirar en las iglesias.

Confieso que me divertía ver a los curas, los jueves santos “en cuatro patitas" con una jarra de agua y un trapo blanco lavándoles y besándoles los pies a doce mendigos o a doce abuelitos, que seguramente ellos escogían y les pedían que se bañaran previamente, para que no le salieran con “pecuequita”.

El viernes santo teníamos que oír impajaritablemente por la radio el “sermón de las siete palabras”. Los curas se fajaban y hablaban de todo, hasta de política. Todas las emisoras lo retransmitían.

Lo que recuerdo con más claridad son  aquellas absurdas creencias y mitos que nos recordaban en la semana santa: 

Durante los días santos no se debe clavar nada porque significa que está clavando a Cristo. 

No hacer ningún tipo de limpieza en el hogar sobre todo barrer porque se consideraba que era como "barrer el rostro de Jesús. 

Si se corta el cabello el viernes santo crecerá más bello el resto del año.

La más terrible y absurda: Los bebés que nazcan el viernes santo pueden traer el anticristo.

Si uno se bañaba en el mar se convertía en pescado, si se metía al agua podía salir con escamas en el cuerpo”.

Si alguien se sube a un árbol, se convierte en mono.

Ya más grandecito escuché que si se tenían relaciones sexuales en la semana santa la pareja podía quedar pegada, ¿huy  tenaz no es cierto?, como para una propaganda de Pegadit.

Estos mitos, que antes provocaban temores en la gente, hoy en día son motivo de broma o de recuerdo de las creencias de nuestros ancestros. 

Todos esperábamos con ansia el domingo, se celebraba la Pascua de Resurrección, pues ya podíamos hacer de todo, hasta correr y gritar, el señor había resucitado desde la noche anterior. Seguro que ya ese día papá y mamá ya no se preocupaban por el Pegadit.

Pese a todo era una semana tranquila, de sosiego y de recogimiento familiar. En algunas poblaciones de Colombia aún la semana santa se celebra con todas las tradiciones.

Lo que realmente no recuerdo con precisión es cómo fueron  desapareciendo, en las ciudades, esas costumbres, ni cuándo exactamente las emisoras decidieron pasar música bailable en semana santa, ni en qué momento la gente decidió convertir la semana santa en semana de Parranda. Ahora el plan es salir de vacaciones a la costa si tiene con qué; si no pues tocará paseito de olla al río con pista de baile y zancudito ventiado. La gente perdió el temor a convertirse en pescado, o a que le salieran escamas y se dieron cuenta que eso de quedarse pegados era otro cuento de los curitas.

CicloBR, marzo 28 de 2013


 

 

 


Bogotá abril 13 de 2014.


Décima cuarta salida del 2014.
Buena asistencia, ritmo variadito, sol y tachuelas.

Por lo general no programamos salidas ciclísticas en la semana santa, pues es normal que muchos de nuestros pedalistas viajen. Pero este año, en el domingo de ramos, decidimos incluir una visita al Municipio de Pradera en Cundinamarca. Sabíamos que varios ciclistas habían salido a disfrutar esta semana de vacaciones y que probablemente la asistencia de pedalistas sería baja.

Error!!, llegaron en total 24 ciclistas (ver listado). Este grupo es como el Real Madrid por cada titular que falta hay dos que reaparecen en cada partido. Por ejemplo William Duarte regresaba al ciclismo al cumplir su período de incapacidad luego de una exitosa fleboextracción. Carlos Galindo, en su segunda salida, pues también pasó por el quirófano. Ambos parece quedaron "al peluche".

Calculando una baja asistencia, no asignamos conductor elegido. Error!!, afortunadamente Don Guillermo llevó su camioneta y fue la salvación pues como verán más adelante batimos récord en pinchadas. Por suerte tuvimos hoy también la asistencia en el vehículo de la familia Otálora.

Pensábamos que de pronto tendríamos un día lluvioso como es usual en semana santa. Error!!, tuvimos un espectacular día, aunque al regreso nos acompañó un viento helado, que se encargó de refrigerarnos.

Lo que si no fue un error fue haber asistido, qué etapa más agradable, ni las tachuelas lograron evitar que la disfrutáramos al máximo, ya lo verán, lo intentaron pero fracasaron. Qué bien vi hoy a mis colegas, todos trabajando en función de grupo. Cómo lucía ese verde vistoso de nuestras casacas, rodando al unísono los primeros 25 kmts hasta llegar a Subachoque.

Pero ese color verde se fue tornando en multicolor durante el trayecto hacia Subachoque, debido a que en el camino se iban pegando ciclistas que llevaban el mismo rumbo y les servía el mismo tren de carrera.

Los maquinistas fueron durante un buen rato Alejandro y William Duarte.

La subida a la Virgen ese repecho de 250 metros que tantas veces hemos atacado, marcó el final de la tregua. Se trataba de coronar en la mejor ubicación posible para luego rematar en el brevísimo ascenso para llegar a Subachoque. Al pasar el pueblo en busca de la salida a Pradera, ya esos dos repechos habían contribuido a conformar la selección A y la selección B. Si quedaba alguna duda sobre la titularidad en cada grupo faltaba la herradura, una hondonada y un ascenso de 200 metros durito que es algo así como un Peckerman, conforma el selectivo.

Alejandro que hoy amaneció de un optimismo envidiable había sugerido en el camino que al concluir la herradura nos reagrupáramos. Llegó el sitio y el pobre Alejo solo escuchó como respuesta el ruido de cadenas y piñones el que iba coronando colocaba su artillería, preparándose pues empezaba la batalla.

La punta del lote se pintó de verde, blanco y rojo, los colores de la bandera de Italia, pues Giacomo Criscione y su coterráneo Fabio Cuttica, prendieron la lambretta. El único que pudo reaccionar a tiempo fue Jacintico Cuta que emulando a su paisano Nairo se fue tras los europeos no quería perder la rueda.

Un poco más atrás prontamente se conformó un grupo perseguidor integrado por Eduardo González, Molanito, Melquisedec, Carlos Galindo y Alberto Otálora, en el que no entiendo cómo logré colarme. Más atrás Nidia combativa, había hecho dos juveniles lances, en la subida a la Virgen y en la Herradura con la esperanza de ganarle a los "veteranos", "Nidi" vas muy bien pero recuerda ya lo dice el sabio refrán: "Chi va piano va sano e va lontano", "Quien va despacio va bien y llega lejos.

Pulga, titular en la A hoy optó por fungir como director técnico de la Selección B, allí venía Camilo laborando parejo como coequipero, no descuidó nunca a su progenitora doña Nobile de los González, ni a Ana Niño, En la selección igualmente don Guillermo, Christian, Ana, Gabriel, William Trejos, Jason y Manuel.

El tramo entre la herradura siempre es una esperada prueba contrarreloj, son repechos desgastantes y continuos hasta la Pradera, nadie quiere perder un solo centímetro. Si se cede algo en las subidas, aún quedan las cortas bajadas para recuperar y varios sectores planos en donde los números superiores a 40 aparecen en las pantallitas de los Cateyes.

Giaco y Jacinto hicieron el uno dos en Pradera, Molanito cazó a Cuttica y Melqui puso una luz entre su rueda y las de Alejo y Carlos; yo me dediqué a hacerle sudar la camiseta a Otálora que estuvo bastante combativo.

Luego fue una sucesión de ciclistas a poca distancia, Duarte, Bolaños, Dimián, Nidia Camilo, Nobile, Pulga, Guillermo hasta completar el grupo de los 24. Bueno digamos que 23 pues no supimos dónde se devolvió Gabriel. El y Armandito ya tienen patentada esa táctica para llegar primero a la meta.

Tratando de descansar y huyendo del sol picante, la mayoría de los verdes ciclistas buscaron un cupito en las bancas del parque, tradicionalmente ocupadas por pobladores, que disfrutan de la acogedora sombra de los árboles en días calurosos como el de hoy.

Pero el deber llamaba, así que poco a poco las curules fueron quedando libres para alegría de los Pradereños.

Al regreso la avanzada la conformaron entre otros, Ana, Nobile, Nidia y William Trejos. Minutos después partieron Giaco, Bolaños, Dimián, Cuta, Duarte, Cuttica Melqui, Molano, Otálora, Pulga, Márquez, Eduardo, Camilo, Alejandro, y Galindo.

Alejo y Melki llevaban el grupito a paso moderado para dar ventaja a quienes habían partido adelante. A dos kilómetros un campesino a la orilla del camino nos gritó algo como:

"así me gusta que vayan reposaditos";

Por supuesto soltamos la risa, pero como si aquello hubiese sido una maldición soterrada curiosamente a pocos metros se inició una sucesión de pinchazos; Bolaños fue el primero, Giaco se quedó para asistirlo mientras llegaba el carro con las ruedas. Unos metros más adelante Dimían, a poca distancia Jason estaba esperando asistencia, también había pinchado. Pero la racha seguía, luego le tocó a Jacinto y ya en Subachoque a William Duarte.

Lograron desvararse, los primeros con las ruedas de repuesto y los segundos cambiando mangueras. Todos incluido Giaco quien se dio cuenta solo en la meta final, tenían clavadas en sus llantas tachuelas que algún irresponsable había sembrado a manotadas en la vía. Qué suerte tuvimos el resto de pedalistas. No supimos la motivación pero ahora entiendo que de pronto ese campesino a la orilla del camino sabía lo que nos esperaba, nosotros soltamos la risa y él la contuvo, pero su carcajada tal vez no la escuchamos; ¿se lo imaginan como la risa de don Jediondo?.

Las tachuelas separaron el grupo que perseguía a Nidia, Nobile, Ana y Trejos. Los once que sobrevivimos alcanzamos a dos de los adelantados y mantuvimos un ritmo moderado para que nadie se quedara. Trejos les llevaba ventaja, buen trabajo de este nuevo abuelito, finalmente fue absorbido, pero le dio el minuto de gloria a sus patrocinadores.

Gran esfuerzo de las damas, su presencia ayudó para que el tradicional ritmo infernal de regreso hoy hubiese sido celestial.

Pasando el peaje se aumentó el ritmo, nos perseguía un numeroso grupo de "patos" que no se despegaban, intentamos reduciendo la velocidad pero se adaptaron, no querían perder el cupo en ese tren. Melquisedec traía ganas de desquitarse de Pulga y este aplazó el reto y le envió a su hijo a que le disputara la llegada.

Agradecemos la ayuda en la reportería gráfica que nos prestó Santiago Otálora y el acompañamiento en carretera de Leticia, la esposa de Alberto y Martha, la hermana de Pulga.

Así culminamos otra visita a Pradera, que como se aprecia en esta gráfica realmente no es propiamente una pradera (campo extenso, llano y con hierba). Es un terreno quebrado con hierba y ahora tachuelas, por la intolerancia de la gente.

Por favor disfruten la semana santa en su tierrita caliente , tibia o fria. Yo me dedicaré a disfrutar de Bogotá, para esta época se desocupa, hay mucho por hacer, por ejemplo, asistir a algunas de las tantas obras del festival de Teatro qe hay en cartelera, hasta en las plazas de mercado. Saludos a los zancuditos.

Nos vemos el domingo 27 de abril, pues el próximo es domingo de resurrección y es pecado montar...

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